domingo, 30 de septiembre de 2012

La voz



Una voz que no se alza, que no grita. Una voz pausada, incluso conformista. Una voz que a fuerza de decirse las cosas para sí, apenas se escucha. Una voz contenida, que considera que las cosas no se obtienen porque sí ni a la fuerza. Una voz que cuando puede concilia, dialoga y evita el enfrentamiento directo, aunque a veces se irrite.

Ahora la voz es presa del desconcierto, la indignación y casi del desánimo. Es una voz recelosa, con miedo a no se sabe bien qué, que casi siempre calla, pero no por ello, cuando lo hace otorga. Una voz que se ahoga antes de ser emitida si presagia el más mínimo conflicto.

Me pregunto donde han estado estos millones de voces durante tantos años. Seguro que disfrutando de esta larga temporada próspera y democrática que con tanto gusto recibimos hace ya más de treinta años. Aceptando y dando por bueno un sistema de gobierno, que como todos, rezuma agua por alguna parte. Quedan suficientemente demostradas las innumerables imperfecciones que atesora, algunas inamovibles, pero viniendo de donde veníamos fue lo mejor que nos podíamos conceder.

Ahora, las demás voces, las que nunca callaron, se siguen alzando, e incluso algunas gritan en sentido figurado y hasta real. Y son muchas las que lo hacen, que no temen, ni al prójimo, ni al qué dirán, ni siquiera a un certero golpe de porra capaz de romper un brazo, la nariz y la misma cabeza si se interpone en el camino de la porra.

Catalogada la mía, por mí mismo, dentro de las del primer grupo, siento que siente ahora la necesidad de escapar de mi, de separarse del mecanismo que tiene mi cuerpo para hacerla perceptible. De ponerse a las órdenes de algún otro cerebro, no descerebrado, que le ordene alzarse, gritar; que ningún miedo ni recelo la haga contenerse y callarse, aunque en ocasiones otorgue. Por supuesto que no lo voy a permitir, mi voz es mía y de nadie más. Mis defectos morales no deben ser motivo para que me abandone. Ella, a menos que me falle, no me puede dejar, seguirá transmitiendo lo que pienso para bien y para mal. Su reacción, me hace sentirme en deuda con ella, y para subsanar ese déficit, no tengo otra opción que dejarla unirse al resto de voces indignadas, que pacíficamente se están pronunciando a través de sus titulares. A algunas de ellas se las oyó quebrarse la noche del 25-S, en grito desgarrado, al recibo del golpe de porra.

Nunca justificaré la mano que tira la piedra, y mucho menos si esconde la mano; pero sí la patada rabiosa, impotente, que se lanza al desprendimiento de un resorte que hace saltar un injusto golpe de autoridad. ¡Hacedle un hueco a mi voz! No voy a consentir que nada ni nadie limite el derecho de libre expresión amparado por la Constitución. Hablemos ahora, pero también luego, en las urnas. No nos queda otra, de momento todavía podemos elegir quien nos gobierne aunque no les quede, a ninguno de los políticos, ni un ápice de credibilidad. Ellos, con sus actuaciones, la han perdido.


Luis Fernando Berenguer Sánchez.
30 de septiembre de 2012.

1 comentario:

  1. Mi voz se une a todas las voces que, unidas , intentan frenar el retroceso social al que nos llevan. Levantemos un muro al conformismo y la resignación.Somos un pueblo con cultura, con cerebro y con voz.Alzemos la voz para que haya justicia, libertad de expresión, calidad de vida,igualdad de oportunidades...

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