Una voz que no se alza, que no grita. Una
voz pausada, incluso conformista. Una voz que a fuerza de decirse las cosas
para sí, apenas se escucha. Una voz contenida, que considera que las cosas no
se obtienen porque sí ni a la fuerza. Una voz que cuando puede concilia,
dialoga y evita el enfrentamiento directo, aunque a veces se irrite.
Ahora la voz es presa del desconcierto, la
indignación y casi del desánimo. Es una voz recelosa, con miedo a no se sabe
bien qué, que casi siempre calla, pero no por ello, cuando lo hace otorga. Una
voz que se ahoga antes de ser emitida si presagia el más mínimo conflicto.
Me pregunto donde han estado estos millones
de voces durante tantos años. Seguro que disfrutando de esta larga temporada
próspera y democrática que con tanto gusto recibimos hace ya más de treinta
años. Aceptando y dando por bueno un sistema de gobierno, que como todos,
rezuma agua por alguna parte. Quedan suficientemente demostradas las
innumerables imperfecciones que atesora, algunas inamovibles, pero viniendo de
donde veníamos fue lo mejor que nos podíamos conceder.
Ahora, las demás voces, las que nunca
callaron, se siguen alzando, e incluso algunas gritan en sentido figurado y
hasta real. Y son muchas las que lo hacen, que no temen, ni al prójimo, ni al
qué dirán, ni siquiera a un certero golpe de porra capaz de romper un brazo, la
nariz y la misma cabeza si se interpone en el camino de la porra.

Nunca
justificaré la mano que tira la piedra, y mucho menos si esconde la mano; pero
sí la patada rabiosa, impotente, que se lanza al desprendimiento de un resorte
que hace saltar un injusto golpe de autoridad. ¡Hacedle un hueco a mi voz! No voy
a consentir que nada ni nadie limite el derecho de libre expresión amparado por
la Constitución. Hablemos ahora, pero también luego, en las urnas. No nos queda
otra, de momento todavía podemos elegir quien nos gobierne aunque no les
quede, a ninguno de los políticos, ni un ápice de credibilidad. Ellos, con sus
actuaciones, la han perdido.
Luis Fernando Berenguer Sánchez.
30 de septiembre de 2012.
Mi voz se une a todas las voces que, unidas , intentan frenar el retroceso social al que nos llevan. Levantemos un muro al conformismo y la resignación.Somos un pueblo con cultura, con cerebro y con voz.Alzemos la voz para que haya justicia, libertad de expresión, calidad de vida,igualdad de oportunidades...
ResponderEliminar