domingo, 28 de octubre de 2012

Maquiavelo y yo



No creo posible que mi escasa pero inquieta imaginación sea capaz de idear ninguna acción rebuscada y conspiranoica, maquiavélica, ni siquiera paranoica, para eso ya está el eurodiputado europeo de “Iniciativa Els Verds” catalán, al que se ha sumado, como no, el Consejero de Interior catalán, que también ve indicios de un ataque aéreo español a Cataluña. Pues nada, a falta de confirmación oficial por parte del Gobierno español, los iluminados a lo suyo. Es una frivolidad demagógica, pero permítaseme la licencia con el único ánimo de ironizar.

Se suele comentar que hay cosas o situaciones que se te presentan sin buscarlas ni avisar, y también se dice que aprovechas las oportunidades o las dejas escapar, pero mejor aferrarse a ellas porque lo más probable es que no se vuelvan a presentar. En estos días se me ha presentado Maquiavelo. Sí, el florentino Nicolás Maquiavelo, el mismo. Bueno, no él en persona, es evidente, sino alguna de sus argumentaciones sobre la fortuna y la virtú desarrolladas en “El Príncipe”, que escribió al ser apartado de sus cargos en el gobierno de la República florentina a la vuelta al poder de los Medici, en mil quinientos doce. No he dejado escapar la oportunidad de conocer sus reflexiones en torno al Poder y su conservación.

Pues hete a mí comentándolo con mi hija, que ya hace algún tiempo que me ha adelantado prudentemente en conocimientos por la derecha, y sin poner el intermitente, a tal velocidad que no la he visto ni pasar, sólo he reparado en ello cuando ya estaba delante de mí, pero ha utilizado la sutileza necesaria para mantener un invisible nexo de unión que no me dejarme tirado, echando mano de una sublime modestia. Resulta que ella hizo un trabajo sobre dicho libro en segundo de carrera y además me cuenta que existe una versión del libro en la que vienen reflejadas anotaciones de puño y letra del mismísimo Napoleón. No es la versión que ella cogió de su librería y me mostró, preguntándome:
-                    ¿Quieres leerlo?
-                    Claro, tengo curiosidad –le contesté-.
Después de dármelas de instruido no iba a permitir que mi escaso orgullo sufriera el más mínimo quebranto.

Reconozco que hasta el momento no sabía nada del personaje, tan solo que cuando una acción o pretensión se cuaja de forma rebuscada o retorcida, se dice de ella que es maquiavélica. Desconozco el motivo, pero indagaré.

No sé como me llevaré con “El Príncipe”, hasta ahora sólo me ha dado tiempo a averiguar que el propósito principal del autor fue “incidir y actuar sobre la situación de crisis para efectuar una mutación en la forma de hacer política en Italia que regenerara la antigua virtú” (considerada como la capacidad subjetiva para aprovechar las oportunidades que se nos presentan o salir del paso de las circunstancias desfavorables que pueda haber producido la fortuna, que sería la que condiciona parte de nuestro margen de acción, de nuestros cursos de elección, porque no podemos controlar todas las circunstancias externas y las condiciones objetivas que nos envuelven y que son independientes de nosotros). ¿Les suena de algo?

Su teoría se caracteriza por la aparición del Estado moderno, en donde las nuevas monarquías europeas dirimen sus pretensiones a la hegemonía militar europea, basándose en la unificación del cuerpo social en torno al soberano, de la configuración de una administración centralizada y, sobre todo, de la formación de un ejército directamente a las órdenes del monarca.

La crisis la tenemos, el monarca también, incluso el ejército se puso a las órdenes del monarca el 23-F de mil novecientos ochenta y uno; y a día de hoy, el Rey, sigue siendo Capitán General de todos los ejércitos, tierra, mar y aire. Falla un poco la total adhesión social al soberano y la creciente descentralización de la administración, que ha degenerado en la existencia de duplicidades administrativas, que ahora el gobierno del Partido Popular quiere atajar dándose un margen de ocho meses para analizar donde se producen y eliminarlas, es decir, se van a gastar dinero en averiguar donde se gastan dinero de más. Genial, a ver si aciertan.

De todos modos, no iba mal encaminado Nicolás Maquiavelo.



Luis Fernando Berenguer Sánchez.
28 de octubre de 2012.

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