Nuestra amistad ha perdurado en el tiempo, fue sincera y confidente en la juventud, y es sincera y cordial en la actualidad. Vaya con este relato mi homenaje a la AMISTAD."
Parece
que por fin la vida le sonríe y la comisura de sus labios se estira hacia los
lados para devolverle la sonrisa a cuantos han contribuido a hacerla feliz. Es
obvio que ha salido triunfante del desafío en el que se batió en duelo ante una
situación que la sumió en un profundo letargo. Fue duro trabajar mientras la
mayoría de personas dormía y dormir al tiempo que el sol daba vida a cuanto ser
habita en la tierra. Llegó a sentir que la vida se le escapaba y no la podía
detener.
Por fin,
un día, decidió recuperar el tiempo perdido. Para ello se lanzó sin freno a
vivir y a experimentar sensaciones casi olvidadas, con tal ímpetu que casi no
puso límites a sus decisiones. Inició una extraña relación con fecha de
caducidad acordada, sin ataduras, sin
mostrar sentimientos, aunque llegado el día acordado para el cese de la
relación pudiera haber dudado, o mejor dicho, llegara a pensar que sí que
sentía algo. Se había lanzado al vacío sin red, quizá una alta dosis de
despecho la hizo dejarse llevar, o más bien, quiso ir y fué.
Pero no
se atrevió a ir más allá y volvió, retrocedió sobre sus propios pasos. La misma
fuerza que la impulsó hacía no se sabe dónde, la utilizó para frenar y no
estrellarse contra demasiados prejuicios morales instalados en progenitores
pertenecientes a una generación anterior. Se escudó en ello, pero también en la
sensatez, para no tener que desandar un incierto e inestable camino. Sabía lo
que quería y esperó, al tiempo que la frustración y el letargo fueron dando
paso a una normalidad largamente deseada.
Lo que no
sabía es que su sol ya había salido, ya la iluminaba, ya le bronceaba su blanca
piel. La luz de su sol, colándose por las más ínfimas rendijas, fue capaz de
iluminar, aunque fuera con un tenue haz, su oscurecido corazón. Tuvo que medio
embriagarse ese tímido sol para ser capaz de balbucear frente a ella cuatro
medias frases que la conquistaran. No hubiera hecho falta, su corazón, sediento
de estabilidad y amor puro y sincero, encontró grato cobijo al amparo de aquel
radiante sol. Su corazón y el de aquel sol se fundieron en uno solo, y juntos
afrontaron y siguen afrontando, las dichas y desdichas con que la vida nos
gratifica en unas ocasiones o nos pone a prueba en otras que nos causan dolor.
En la
actualidad, cuatro bastiones conforman una casi infranqueable muralla
cuadrangular. Un recinto en el que transcurren la mayoría de acontecimientos de
su devenir diario. Uno de los bastiones es ella misma. Vive y se desvive por
otros dos de esos bastiones que tiene junto a ella. Uno es el sol que con tanta
luz la iluminó y el otro es el fruto de su relación con dicho sol. Su querido y
preciado coquito, por el que no sólo
hace de madre, sino también de impaciente maestra. El cuarto bastión, vínculo
familiar de su misma sangre, vive y trabaja lejos, aunque visita bastante a
menudo el fortín. Mantiene con él una estrecha y cercana relación, robustecida
por las prematuras y seguidas pérdidas de los seres que les dieron la vida.
Desde la distancia, este importante baluarte, aún siendo más joven que ella,
actúa como consejero y protector, ejerciendo incluso de tutor del hijo de ella, su sobrino. La
responsabilidad que siente por ella, es tal, que le lleva a prevenirla de
posibles intrusiones de seres extraños y desconocidos.
El
extraño, compañero de su relación despechada, aparece y desaparece, y con su manera de actuar, en ocasiones hasta consigue desestabilizar la paz personal que a ella tanto le costó alcanzar.
Sus
esporádicos refugios en la red, hicieron que el desconocido para su hermano, la
reencontrara a través del facebook treinta años después. Lejanas quedaron
aquellas cartas de adolescentes, ya amarillentas, en las que se contaban tantas
y tantas confidencias.
Ahora,
tantos años después, con sus vidas felizmente encauzadas, el desconocido, osa
intentar franquear esa robusta muralla, sin que el atrevimiento pretenda
debilitar ninguno de los pilares que la mantienen erguida, sino más bien lo
contrario, ser un punto de apoyo más sobre el que ella se pueda sustentar.
Con respeto y cariño,
aquí dejo algo escrito
para el recuerdo
y no el olvido.
Luis Fernando Berenguer Sánchez.
18/03/2012
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