Desde que el mundo es mundo y existe la
especie humana, imagino que como ahora, siempre existió la maldad. Y no
intenten desdecirme ni convencerme de lo contrario. Cuando alguien te dice que
hace algo por tu bien, lo que está queriendo decir es que quiere que hagas lo
que él quiere, o lo que a él le conviene; o bien que quiere que hagas aquello
que a él no le suponga ningún perjuicio o le depare algún beneficio. Cuando
alguien realmente quiere lo mejor para ti, directamente lo hace y hasta es
posible que ni te enteres hasta no descubrir el fruto de su acción.
Yo sé, que desde que uno tiene uso de razón
y abre la puerta que da a la vida, tiene absoluta libertad para decidir que
actitudes sembrar allá por donde transite. Por más que nos empeñemos, la
naturaleza es siempre sabia, agradecida y hasta generosa. Quien siembra maldad,
maldad incrementada recogerá. No debe ser el caso. Supongo. Hoy ha habido
recolecta. Los frutos, magníficos y variados.
Es una mañana de domingo cualquiera del mes
de abril, rutinaria. De las que uno anhela que llegue tras una dura semana. De
las que, como va siendo norma habitual, uno comparte desayuno con su más
preciado tesoro. De esas mañanas dominicales en las que uno renuncia a su
habitual vuelta en bicicleta de carretera. ¿Cansancio? ¿Algo de pereza? ¿Alguna
molestia física? Da igual, uno se auto excusa con cualquier pretexto y ya no le
importa. Hace tiempo que no se siente esclavo de la actividad física. Le sigue
apasionando pero no a la fuerza, ni se obliga. Si le apetece, la ejercita; y si
no, la pospone. Y así le va mejor que cuando se obligaba, que fue casi siempre.
Acaba la carrera de Moto 3 de uno de los
primeros grandes premios del Mundial de Motociclismo y recibe una proposición,
en principio sorprendente, pero que acepta sin analizar por infrecuente y sana:
¿Nos vamos a caminar? Por supuesto. No hay ruta definida pero da igual, con tal
de hacer algo de ejercicio, y sobre todo, que lo haga quien yo sé, la ruta es
asunto menor. Dirigimos nuestros pasos bordeando el cauce del río para después
desviarnos y recorrer el perímetro del pueblo. Casualmente, pasamos por la
puerta de la comparsa de los Árabes Beduínos, y desde la distancia, vemos que
nuestra hija y su novio están en la puerta, pero se meten para adentro sin
vernos (creo yo). Ellos ostentan cargos en la directiva de la comparsa y por
tanto no veo nada extraño en que estuvieran allí. Mi intención es la de seguir
para no romper el ritmo, arguyendo que no nos han visto, y que por tanto, no
supone la acción ningún desplante. No sirve de nada mi argumento, llegamos a la
puerta, cruzó el umbral yo primero y…
En una magnífica y coordinada
estratagema, dirigida ante mis narices con mi absoluta ignorancia por Mari
Carmen, y con la complicidad de mis hijos y familiares, han organizado una
comida para celebrar mi primer medio siglo de vida. Allí dentro encuentro todos
los frutos a los que me refería anteriormente. Presencia, que ya es suficiente
motivo de agradecer para alguien de natural distante e introvertido, poco
sociable y nada amigo de reuniones y celebraciones. Algunas ausencias por
motivos de fuerza mayor, paliadas con creces con llamadas telefónicas
sincronizadas en el tiempo con impecable coordinación. Sentidas manifestaciones
de amistad de un selecto grupo de amigos y amigas a los que son aplicables
cualesquiera de las frases que se utilizan para definir, realzar o sintetizar
el concepto de amistad. Emocionantes muestras de afecto en general que fueron
capaces de hacer aflorar la congoja. El mejor y más preciado fruto que uno puede
recolectar después de haber arado y sembrado en su transitar por la vida, brotó
a borbotones incesantes en cada beso, felicitación y, sobre todo, ABRAZO que
recibía. Porque el AMOR no se habla, se da. Y uno se siente bien al darlo.
¡Pero amigos!, cuando sin palabras, se recibe un abrazo, de esos en los que la
presión de los brazos ajenos ejercida en tu espalda hacen sentir en tu pecho
el latido del corazón contrario…, eso, de solo pensarlo ahora, y como en aquel
momento, enturbia mi mirada.

¡OS QUIERO!
Luis Fernando
Berenguer Sánchez.
9 de junio de
2013.
LLegar al medio siglo recogiendo abrazos....Seguramente, lo que fuiste sembrando en tu camino. El relato...precioso. Un abrazo.
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