¿Quién no ha recurrido alguna vez, para
excusarse de algo, a la falta de tiempo? ¡Es que no tengo tiempo! Y si se nos
permite, comenzamos a enumerar las infinitas obligaciones diarias que nos
impiden realizar acciones tan saludables como estar de vez en cuando con los
amigos, leer, hacer algo de ejercicio o simplemente caminar, viajar (si se está en disposición de ello), visitar a familiares o
escribir, que es para lo que yo más a menudo utilizo la excusa del tiempo como
argumento de la poca escritura que prodigo. Y no es que cuando lo hago busque
gustar a un determinado público, ni siquiera pretendo que la gente me lea; más
bien al contrario, muestro habitualmente un excesivo pudor a la hora de mostrar
lo que escribo, consciente, tanto de los temas que abordo como de las
limitaciones propias del arte de la escritura.

Si uno no tiene proyectos e ilusiones
porque dice no tener tiempo para llevarlos a cabo, es que mentalmente está
muerto. Un joven, de los muchos que abundan hoy en día, que se ha dejado llevar
y no dedica su tiempo más que a consumirlo infructuosamente, es mentalmente
viejo. En cambio, todos conocemos a personas mayores con infinidad de proyectos
e ilusiones por realizar, algunos de los cuales no podrá realizar jamás por una
cuestión obvia. Ello hace de él una persona insultantemente joven. Y no sirve
la excusa de que si la persona está jubilada dispone de tiempo. Uno adecua los
proyectos a la disponibilidad tanto temporal como material.
Otro aspecto importante para la utilización
del tiempo es plantearse en cada momento lo que le pedimos a la vida y lo que
la vida nos pide a nosotros. Por pedir que no quede. Se puede desear todo lo
deseable. No voy a exponer nada susceptible de ser deseado porque cada uno
puede aspirar a realizar proyectos o tener ilusiones totalmente diferentes.
Cosa distinta y fundamental, es para lo que la vida te pide que dediques tu
tiempo en cada momento. Algún ejemplo significativo puede ser cuando uno tiene
niños pequeños que le absorben totalmente o cuando tiene a sus padres mayores y, según para que cosas, le puedan necesitar a uno. En estos casos o en otros
diferentes, que pueden ser incluso puntualmente laborales, la vida nos está
pidiendo que dediquemos parte de nuestro tiempo a cuestiones tan importantes
como ineludibles diría yo.
No caigamos tampoco en la trampa de
elaborar una lista de proyectos e ilusiones, ni desproporcionada en cantidad ni
incumplible en posibilidades. Es cuestión de establecer prioridades a la hora
de hacer uso del tiempo disponible y aferrarse a la sensatez para adecuar las
posibilidades a la magnitud del proyecto.
Puede parecer fácil todo esto, pero
aseguro, que a pesar de creer ciegamente en lo expuesto, no tengo tiempo.
Luis Fernando
Berenguer Sánchez.
27 de febrero
de 2013.
Nunca deberíamos decir que" nos falta tiempo", porque él, siempre está puntual, con sus minutos, sus segundos, sus horas...Somos nosotros,los que no sabiendo valorar tan preciado regalo,que dura toda la vida,hacemos un mal uso de él.¡Aprovechemos nuestro tiempo,porque algún día, nos quedaremos sin él!.
ResponderEliminar