martes, 19 de marzo de 2013

Granos de arena



¿Quién salvará nuestras almas,
menores que un grano de arena,
si disueltas en aguas bravas,
son primero zarandeadas,
luego dispersadas
y finalmente anuladas.


No puedo evitar sentirme grano de arena en la inmensidad del universo. Grano de arena con voluntad custodiada pero sin consistencia ni fuerza, capaz de ser arrastrado por el viento o diluido por la más mansa agua. Solamente unido a otros granos de arena, ordenadamente amalgamados, formando pequeñas piedras sin aristas discordantes, percibo ser un poco más fuerte, pero aún así, totalmente vulnerable.

Es de este modo como veo funcionar el entramado social, laboral, económico y político que hemos construido. Nos unimos a unos pocos para formar piedras pequeñas y sentirnos más fuertes ante cualquier situación inesperada. Solos, no somos nada, aunque lo parezca. Cuando todo funciona de un modo razonablemente normal, con esta manera de actuar puede que sea suficiente, pero cuando la situación se tuerce y comienzan a surgir problemas individuales o colectivos de cualquier tipo, ni creo que sea suficiente ni me da la impresión de que hagamos, en general demasiado, por modificar el modo de comportamiento. En numerosas ocasiones nos limitamos a quejarnos o protestar en foros inadecuados para la obtención de los fines denunciados.

La observación casi obsesiva que practico a menudo hace que me dibuje un escenario actual, por supuesto subjetivo y del que me surgirán numerosos detractores, que aunque difícil, es poco o nada catastrófico para una gran mayoría de piedrecitas independientes que conviven en el mismo espacio social, más o menos a su aire, sin sentir la necesidad vital, laboral, económica, política o de cualquier tipo, de unirse a otras piedrecitas. Trasladado esto a la realidad, significaría que sigue habiendo un importante número de ciudadanos, con el suficiente o sobrado nivel de ingresos, que lógicamente no forman parte de ningún colectivo reivindicativo ni participan activamente en ningún tipo de protesta.

El resto, los afectados, que aunque son muchos y cada día vamos siendo más, como adelantaba anteriormente, ni siquiera cuando nos bombardean con noticias que demuestras las dificultades por las que atraviesan los ciudadanos en particular y el país en general, somos capaces de acercarnos a otros grupos de tamaño similar para formar una gran roca que sea capaz de resistir cuanto le venga por un lado, por el otro o desde arriba. Se abren múltiples frentes de lucha, colectivos de la sociedad a los que identifico con las piedras, que por sí solos, actúan de manera desacompasada y en diferentes lugares y días; y si consiguen algo de lo que reivindican, se reduce a asuntos absolutamente particulares de su ámbito social o laboral.

A día de hoy, no consigo apreciar una firme determinación en nosotros para afrontar de manera conjunta cualquier acción. De forma honrosa y elogiable, se produjeron, el pasado sábado veintitrés de febrero, un gran número de manifestaciones en prácticamente todas las ciudades del país, que aunque multitudinarias, me da la impresión particular que más multitudinaria aún, fue la no participación de la ciudadanía en tales manifestaciones. Entre los ausentes están, por supuesto, los no necesitados, pero también un gran número de afectados por algo o por todo. Pero ni todos tienen las mismas convicciones, ni las mismas ganas, ni la misma necesidad de involucrarse en las protestas o reivindicaciones conjuntas.


            Mientras tanto, la vida sigue, sin detenerse, y hasta pasados muchos años, no sabremos como quedan reflejados en la historia nuestros comportamientos actuales.


Luis Fernando Berenguer Sánchez.
19 de marzo de 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario