Un hombre. Un compendio de valores que te
definen como persona. Tengo en cuenta y tomo conciencia de todo cuanto haces y
dices. Y no pienso que soy responsable de lo que veo en ti. Ni de lo bueno ni
de lo malo. A cada uno la vida nos pone a prueba de una manera distinta, y no
sería sensato creer que mi comportamiento contigo, fruto de mis creencias y de
las vicisitudes que pasé y paso, son las que te han hecho ser TÚ.
No puedo echar la vista atrás porque atrás
no hay nada. Ya pasó. Pero si que puedo ver en ti, a poco que haga un ligero ejercicio
de memoria, como las personales situaciones que has experimentado en tus
dieciocho años de vida, han forjado tu personalidad. Da mucho de sí la etapa
que en tan pocas líneas me estoy atreviendo a desentrañar. No voy a hacer una
extensa loa de tus virtudes ni voy a disimular tus variados defectos, tampoco a
cebarme en ellos. ¿quién soy yo para juzgarte si soy juez y parte en el caso? Ni
aunque no lo fuera. Mi responsabilidad empieza y acaba justo en mí. Quiero
pensar que estás donde estás y eres quien eres porque tú lo has decidido. Quiero
pensar y pienso que todos tus logros los has obtenido aplicando el
comportamiento que has creído oportuno en cada momento. Y quiero pensar y
pienso, que si has tenido alguna decepción, está demás buscar responsables
fuera de ti. Para nadie es fácil. Nadie regala nada. Y en ocasiones, ni
siquiera con los mejores propósitos, obtendrás lo que buscas.
Pero hay algo que no alcanzo a saber
explicar, que me hace sentirte fuerte. Y seguro. Te siento convencido de todo
aquello que emprendes. Y te siento capaz de llevar hacia adelante, no sólo un
proyecto, sino varios a la vez. Un hombre. Eso es lo que te siento. Y me atrevo
a utilizar el argumento de la modestia, que no debiera ser uno el que la
acreditara para sí, para confesar que, en una gran cantidad de ocasiones, tus
decisiones y comportamiento me han dado lecciones a mí. La sensación de ir
sintiéndome cada vez más pequeño al tiempo que te siento a ti más grande, es
algo que también me va sucediendo últimamente. Pero no me refiero a una grandeza física, que es evidente, apunto hacía una determinación y sensatez que a veces me sorprende gratamente.
Nunca se sabe como acabará esto. Lo que sí
se sabe en todo momento es lo que uno hace en cada instante. Me atrevo a
sugerirte que el único momento importante de la vida es el que vives a cada
instante. Ser libre es poder decidir. Decide y pon todo tu empeño en cada uno
de los segundos que dediques a la tarea que has decidido emprender. Nunca hagas
nada por hacer ni estés en ningún sitio por estar. Dice mi admirado Joan Manuel
en una de sus fantásticas canciones que:
“Hoy puede ser un gran día,
plantéatelo así;
aprovecharlo o que pase de
largo,
depende en parte de ti.
¡FELICIDADES!
Luis
Fernando Berenguer Sánchez.
12
de julio de 2012.
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