E
|
Pero eso no fue lo más importante esa
noche. Lo realmente fantástico es que, mientras suspiraba la luna, impasible y
celosa, abajo, nos sentimos envueltos y arropados por una gigantesca constelación
de estrellas, no por su número, sino por su grandeza. Allí, en medio, estábamos
nosotros, sorprendidos, contentos y emocionados hasta el extremo que permite la
emoción, dejándonos llevar ante tanta muestra de aprecio y gratitud.
Pareció sencillo, pero no lo fue. Entre bambalinas habían discurrido
los secretos, las ideas y los preparativos para tan magnífico acontecimiento.
Una sala de máquinas bulliendo sin cesar precedió a esa noche con unas voces
más cantantes que otras, pero todas dignas de nuestro mayor reconocimiento.
Allí estabais todos otra vez, y ahora me vais
a permitir que me dirija, sin referirme implícitamente a nadie, a todos y cada
uno de vosotros. A saber:
Tú,
que sin ti nada tendría sentido. Vosotros, que sois nuestro motor y que sin vosotros
no seríamos los mismos.
Tú también, que aprendes rápido y bien
niña, lo cual te dignifica y me llena de orgullo y satisfacción. Claro, que no
aprende más quien puede, sino quien quiere, y cada día das muestras de tener un
alto interés en seguir aprendiendo de las lecciones que te da la vida, tanto de
los buenos maestros, como el que tienes cerca, como del resto que formamos un
nutrido grupo de aficionados docentes con aires de superioridad ficticia.
Y me impresiona tu fuerza, mujer, esa que
te brota de lo más profundo de tu voluntad y que refuerza la luz del magnífico
sol que te iluminó un buen día e hizo renacer en ti la alegría. Me emociona ver
aflorar en tu rostro una doble sonrisa pugnando por prevalecer sin que seas tú
quien la decida. Lo que eliges es siempre mostrarla poniendo de manifiesto un
digno ejemplo que otros, no sólo nos obcecamos en no seguir, sino que elevamos
a categoría lo que debería ser y es, anécdota.
Y vosotros, que no llegasteis ni antes ni
después del momento preciso y que no vinisteis a desbancar corazón alguno, sino
a compartir y engrandecer el espacio común. Pasó el tren del destino y
decidimos subirnos en él. El viaje continúa a cortos e intensos intervalos
cargados de sentimiento, alternando con otros de manifiesta pasividad que casi siempre
impone la distancia.
Y también vosotros, que habéis puesto de
manifiesto en todo momento ejemplos de valentía y madurez, de inteligencia, de
respeto y necesidad hecha virtud de independencia, pero que al menor reclamo se
hace notar vuestro cariño.
Y vosotros, como no, que aunque parezca que
asomáis con timidez tras la vorágine, sólo es eso, apariencia, porque en sí,
vuestra presencia y manifiesta colaboración en todo, es muestra más que
suficiente del profundo amor que desprendéis.
A vosotras, que aún pareciendo que no estoy
o no estáis, tengo muy presente quien sois y lo que representáis siempre para
mí. Y en vuestro caso, no creo necesario adornar innecesariamente lo que siento
por todos vosotros.
Que no se le ocurra pensar a nadie de los
presentes en esa celebración, que el agradecimiento ya está todo repartido.
Quizás el mérito de lo acontecido sí. Pero, ¿y vosotros? Sí, no miréis para
otro lado. Entre vosotros todavía queda gente muy cercana que merece ese
tratamiento distintivo, que poco a poco se va perdiendo entre los jóvenes, que
yo me resisto a dejar y que me es muy grato verlo utilizar a otras personas.
Son ustedes, utilizado el usted como muestra de reconocimiento y respeto.
Ustedes, que han luchado con denuedo contra el destino y han conseguido llegar
al presente con la conciencia tranquila por el trabajo bien hecho. Así debe ser
la impresión que tengamos de ustedes, aunque los tiempos y los pensamientos
hayan cambiado. Debemos hacer un esfuerzo y dirigirnos con ese trato a toda
persona digno de él.
Y en el fondo de nuestro fondo, aunque casi
siempre me cueste mostrarlo abiertamente y las circunstancias presentes lo
desvirtúen, hay un lugar de privilegio
para vosotros dos en especial. Nos lo pusisteis muy fácil desde el comienzo y sois
parte viva y activa de nuestras vidas desde el día en que, los que hoy somos
agasajados con tanto afecto, nos conocimos.
A todos.
Luis Fernando Berenguer Sánchez.
15 de septiembre de 2013.
Tengo pocas palabras para este texto. ¿Qué te podría decir? Está lleno de Amor...Constelación de Estrellas...y una luna preciosa como fondo decorativo...Un grupo de seres humanos, compartiendo vuestra alegría....Lo único que puedo decirte, es que deseo que cumpláis otros veinticinco años como mínimo. Un abrazo.
ResponderEliminar