Un desagradable recuerdo turba aún más mi
intranquilidad. Imagino de nuevo ver a mucha gente en la pantalla de la
televisión, sentada en los escaños del Congreso de los Diputados, pitando y
aplaudiendo cual si fans del más afamado cantante o fanáticos aficionados
futboleros se tratara. Un deplorable espectáculo de quienes han sido elegidos
por el pueblo español para representarnos e intentar gobernarnos. Una frase,
que no se escucha pero que se lee claramente en los labios de una señora,
repetida varias veces y gesticulando con los brazos al tiempo que la pronuncia,
cala en lo más hondo de mí. ¡Que se
jodan! ¡Que se jodan! ¡Que se jodan!...Los demás siguen aplaudiendo o
pitando dependiendo del asiento que ocupan. ¡Qué pena! Hace ya algún tiempo de
esto, y no entiendo porque me viene ahora a la memoria. Será que en la realidad
ya empiece a estar jodido.
Y si
así fuera, por eso siento que te desvaneces e irrumpes como el aire, ánimo. Cual
carrusel ondulado que aprovecha el descenso para tomar impulso y salir
despedido al ascender, con euforia desmedida, al firmamento. Para volver a descender en vertiente imposible hasta lo más hondo del sentimiento humano.
Para descifrar allí y no entenderlos, comportamientos humanos malignos,
rencorosos, soberbios, orgullosos, egoístas, intransigentes. Para emerger de
nuevo con ilusión renovada, agradecimiento no expreso por lo recibido, sin
ningún rencor y el perdón concedido sin olvido del mal recibido. Con la cabeza bien
alta pero con la sensación de ser como una olla a presión a punto soltársele el
último tornillo que soporta el arnés, que una vez más ha resistido el envite.
Con el dolor difuminándose poco a poco. Con proyectos asumibles a medio plazo.
Con calma, sin precipitación ni decisiones drásticas que satisfarían al
desafiante provocador. Estás vendido amigo. La ley ni te protege ni te ampara.
¿A dónde hemos llegado? ¿Cómo terminará esto? El rico es cada vez más rico, y a
él, si su fortuna es lícita, no lo critico; y el pobre, ¡pobrecito del pobre!
¿Y la clase media? En vías de extinción, amigos.
Aquí
empieza una nueva etapa en esta imprevisible vida. Recién estrenado el segundo
medio siglo de mi existencia. ¡Qué mejor momento! Con el aliento, apoyo,
protección y paciencia de la gente que me rodea. Que sin palabras me entiende,
y con gestos y abrazos siento tan cerca, tan presentes. Cada uno de vosotros
sabéis que estáis, os reconoceréis, sentiréis mi agradecimiento. A partir de
este mismo instante, en que la situación es irreversible, la sala de máquinas
ya está en proceso de puesta a punto para emprender una nueva y deseada desde
siempre travesía. Veo que me equivoqué. No hace mucho, al cruzar ese emotivo
umbral de la cincuentena, no auguraba para mí premio bueno alguno con que la
vida me fuera recompensar a estas alturas de mi existencia, con casi todo
resuelto y tanto inesperado por resolver.
Llegó
el momento, amigo. Recoge bártulos, prepara el equipaje, infúndete del valor
que nunca tuviste y afronta, ya que te has decidido, con todas tus fuerzas esta
nueva empresa. ¡Suerte, maestro! Aprovecha ahora que estás arriba. Sabes que
puedes y sobre todo, te lo debes.
Luis Fernando Berenguer Sánchez.
4 de mayo de 2013.
Sabes que puedes y sobre todo te lo debes. Y las personas que te valoramos, que te apreciamos y que sabemos que mereces algo más,estaremos pendientes para que tus motores estén siempre en marcha y en pleno rendimiento.
ResponderEliminar¡Animo maestro!Con paso firme y seguro....que tu época dorada está a punto de empezar..y para mí, es motivo de una profunda alegría ver que comienzas una nueva etapa llena de ilusiones.¡Suerte y persistencia en tu nueva travesía!