sábado, 18 de mayo de 2013

Entre el pasado y el presente, un ego.



Aquí donde me ven, o me leen, un aficionado futbolero,  moderado y colchonero, de los que no chincha ni escarnía, a quien de niño, D. Santiago Bernabeu, en su visita a Novelda acompañando a su Real Madrid para jugar un partido amistoso, le firmó un autógrafo apoyando el papel en la chepa, no da crédito. Quien admiró el fútbol, la entrega y el señorío de aquel Madrid de las memorables remontadas, con grandísimos futbolistas como García Cortés, Camacho, Gallego, Maceda, Butragueño, Michel, Santillana, Sanchís, y a la cabeza de todos, el corazón indomable de Valdano, que puso en boga aquello del “miedo escénico”, refiriéndose a la olla a presión que era el Bernabeu en los partidos europeos con el resultado en contra.

Este mismo que no se perdía ningún partido del Real Madrid, para fijarse bien fijado, en lo que hacía o dejaba de hacer por la banda derecha Michel, para luego intentar emularlo, sin conseguirlo, en su modesto Novelda. Todo se quedó en la teoría, luego en la práctica uno no hacía más que correr como un descosido y acabar exhausto cada partido.

Aquel Real Madrid, que en boca de mi buen amigo y entrenador que fue, Sergio, “no tiene desperdicio”, decía. Ese mismo equipo señor, respetuoso y respetado, con las lógicas rivalidades deportivas, bien recibido allá donde fuera, y buen anfitrión de sus huéspedes.

Ese mismo yo, que una vez retirado del fútbol activo, tuvo la fortuna de vivir una jornada emocionante y gratificante. Con la misma ilusión que despierta en un niño estar sentado al lado de sus ídolos, compartiendo mesa y mantel con futbolistas del Real Madrid que lo habían sido todo en el mundo del fútbol, estaba yo; y a las pocas horas los tenía enfrente, dispuesto a jugar contra ellos un partido de FÚTBOL. Allí estaban los veteranos García Navajas, García Cortés, el veteranísimo portero Vicente, Miguel, que jugó gran parte de su carrera deportiva en el Elche. También estaban Santillana, Magdaleno, Guerini y como capitán, D. Amancio, con casi sesenta años. Y allí estaba yo, ilusionadísimo, corriendo tras el balón que siempre tenían ellos. El “chupete” Guerini, en un lance del juego, me dijo que yo corría mucho, que no era veterano y que estaba todavía para jugar, pero que no me cansara más corriendo, que de cada diez veces que lo hiciera igual le quitaba una. ¡Manda huevos el argentino! Para ver como se pasaban el balón me hubiera quedado en la grada.

Y todas estas añoranzas para qué. Saltemos un buen trecho en el tiempo y situémonos en la actualidad. Con la misma objetividad que he relatado lo anterior, encuentro ahora un Real Madrid desvencijado. En líneas generales, allá donde va, al Madrid se le pita más que se le aplaude. Un “ego” incomprensible para mí, se he encargado, él solito, de enterrar y echar cal por encima a todos aquellos valores que caracterizaron a la entidad blanca. Y pienso sinceramente que hubiera dado igual que consiguieran algún título. Lo que ha hecho no conseguirlo ha sido acrecentar esa sensación de rotura y desunión. Las formas, los comentarios egocéntricos (yo, yo y yo), las decisiones, los comportamientos en general de ese ser tan orgulloso y prepotente, han hundido la imagen del Real Madrid, señor que otrora fue, y han desunido a gran parte de su plantilla. Futbolistas ayer imprescindibles, hoy veían el partido desde la grada o el banquillo. Todos los entrenadores que consiguen algún objetivo, coinciden en afirmar, al ser preguntados por el éxito, que éste radica principalmente en la unión del vestuario. El citado no habla mas que de él mismo, y si habla de alguien es para menospreciarlo.

A pesar, como sabéis, de ser fiel rojiblanco, deseo, para el bien del Madrid y del fútbol español, que salga del corral blanco ese pollo que lo ha dejado todo perdido. Y ni lo nombro. Y que el Real Madrid recupere cuanto antes su prestigio y su señorío. Los sensatos aficionados lo agradecerán, y sobre todo a los niños les vendrá bien.  Y antes que se me echen al cuello, que sí, que en todos sitios cuecen habas, lo que hay que procurar es que no se pasen y no se deshagan. Y si hay alguien capaz de abstraerse al fanatismo del color, y de verdad le gusta el fútbol, conseguirá, a pesar de todo y de todos, disfrutar de tácticas y estrategias como yo disfruto. Aunque parezca que todo está inventado y que casi siempre se impone el talento, ayer en el partido de la final de la Copa del Rey, que disputaron los equipos del Real Madrid y Atlético de Madrid, descubrí hasta casi una decena de detalles tácticos y estratégicos que guardo para mi satisfacción. La más importante, el triunfo por supuesto; la más ingrata, ver a un equipo dividido y sin entrenador. Y conste que el Real Madrid, con la incuestionable calidad que atesoran casi todos sus futbolistas, tuvo clarísimas ocasiones de gol para haberse llevado el partido.




 Luis Fernando Berenguer Sánchez.
18 de mayo de 2013.

sábado, 4 de mayo de 2013

Vaivanes



Un desagradable recuerdo turba aún más mi intranquilidad. Imagino de nuevo ver a mucha gente en la pantalla de la televisión, sentada en los escaños del Congreso de los Diputados, pitando y aplaudiendo cual si fans del más afamado cantante o fanáticos aficionados futboleros se tratara. Un deplorable espectáculo de quienes han sido elegidos por el pueblo español para representarnos e intentar gobernarnos. Una frase, que no se escucha pero que se lee claramente en los labios de una señora, repetida varias veces y gesticulando con los brazos al tiempo que la pronuncia, cala en lo más hondo de mí. ¡Que se jodan! ¡Que se jodan! ¡Que se jodan!...Los demás siguen aplaudiendo o pitando dependiendo del asiento que ocupan. ¡Qué pena! Hace ya algún tiempo de esto, y no entiendo porque me viene ahora a la memoria. Será que en la realidad ya empiece a estar jodido.

Y si así fuera, por eso siento que te desvaneces e irrumpes como el aire, ánimo. Cual carrusel ondulado que aprovecha el descenso para tomar impulso y salir despedido al ascender, con euforia desmedida, al firmamento. Para volver a descender en vertiente imposible hasta lo más hondo del sentimiento humano. Para descifrar allí y no entenderlos, comportamientos humanos malignos, rencorosos, soberbios, orgullosos, egoístas, intransigentes. Para emerger de nuevo con ilusión renovada, agradecimiento no expreso por lo recibido, sin ningún rencor y el perdón concedido sin olvido del mal recibido. Con la cabeza bien alta pero con la sensación de ser como una olla a presión a punto soltársele el último tornillo que soporta el arnés, que una vez más ha resistido el envite. Con el dolor difuminándose poco a poco. Con proyectos asumibles a medio plazo. Con calma, sin precipitación ni decisiones drásticas que satisfarían al desafiante provocador. Estás vendido amigo. La ley ni te protege ni te ampara. ¿A dónde hemos llegado? ¿Cómo terminará esto? El rico es cada vez más rico, y a él, si su fortuna es lícita, no lo critico; y el pobre, ¡pobrecito del pobre! ¿Y la clase media? En vías de extinción, amigos.

Aquí empieza una nueva etapa en esta imprevisible vida. Recién estrenado el segundo medio siglo de mi existencia. ¡Qué mejor momento! Con el aliento, apoyo, protección y paciencia de la gente que me rodea. Que sin palabras me entiende, y con gestos y abrazos siento tan cerca, tan presentes. Cada uno de vosotros sabéis que estáis, os reconoceréis, sentiréis mi agradecimiento. A partir de este mismo instante, en que la situación es irreversible, la sala de máquinas ya está en proceso de puesta a punto para emprender una nueva y deseada desde siempre travesía. Veo que me equivoqué. No hace mucho, al cruzar ese emotivo umbral de la cincuentena, no auguraba para mí premio bueno alguno con que la vida me fuera recompensar a estas alturas de mi existencia, con casi todo resuelto y tanto inesperado por resolver.

Llegó el momento, amigo. Recoge bártulos, prepara el equipaje, infúndete del valor que nunca tuviste y afronta, ya que te has decidido, con todas tus fuerzas esta nueva empresa. ¡Suerte, maestro! Aprovecha ahora que estás arriba. Sabes que puedes y sobre todo, te lo debes.



Luis Fernando Berenguer Sánchez.
4 de mayo de 2013.