martes, 11 de junio de 2013

Sembrar y recoger



Desde que el mundo es mundo y existe la especie humana, imagino que como ahora, siempre existió la maldad. Y no intenten desdecirme ni convencerme de lo contrario. Cuando alguien te dice que hace algo por tu bien, lo que está queriendo decir es que quiere que hagas lo que él quiere, o lo que a él le conviene; o bien que quiere que hagas aquello que a él no le suponga ningún perjuicio o le depare algún beneficio. Cuando alguien realmente quiere lo mejor para ti, directamente lo hace y hasta es posible que ni te enteres hasta no descubrir el fruto de su acción.

Yo sé, que desde que uno tiene uso de razón y abre la puerta que da a la vida, tiene absoluta libertad para decidir que actitudes sembrar allá por donde transite. Por más que nos empeñemos, la naturaleza es siempre sabia, agradecida y hasta generosa. Quien siembra maldad, maldad incrementada recogerá. No debe ser el caso. Supongo. Hoy ha habido recolecta. Los frutos, magníficos y variados.

Es una mañana de domingo cualquiera del mes de abril, rutinaria. De las que uno anhela que llegue tras una dura semana. De las que, como va siendo norma habitual, uno comparte desayuno con su más preciado tesoro. De esas mañanas dominicales en las que uno renuncia a su habitual vuelta en bicicleta de carretera. ¿Cansancio? ¿Algo de pereza? ¿Alguna molestia física? Da igual, uno se auto excusa con cualquier pretexto y ya no le importa. Hace tiempo que no se siente esclavo de la actividad física. Le sigue apasionando pero no a la fuerza, ni se obliga. Si le apetece, la ejercita; y si no, la pospone. Y así le va mejor que cuando se obligaba, que fue casi siempre.

Acaba la carrera de Moto 3 de uno de los primeros grandes premios del Mundial de Motociclismo y recibe una proposición, en principio sorprendente, pero que acepta sin analizar por infrecuente y sana: ¿Nos vamos a caminar? Por supuesto. No hay ruta definida pero da igual, con tal de hacer algo de ejercicio, y sobre todo, que lo haga quien yo sé, la ruta es asunto menor. Dirigimos nuestros pasos bordeando el cauce del río para después desviarnos y recorrer el perímetro del pueblo. Casualmente, pasamos por la puerta de la comparsa de los Árabes Beduínos, y desde la distancia, vemos que nuestra hija y su novio están en la puerta, pero se meten para adentro sin vernos (creo yo). Ellos ostentan cargos en la directiva de la comparsa y por tanto no veo nada extraño en que estuvieran allí. Mi intención es la de seguir para no romper el ritmo, arguyendo que no nos han visto, y que por tanto, no supone la acción ningún desplante. No sirve de nada mi argumento, llegamos a la puerta, cruzó el umbral yo primero y… 

En una magnífica y coordinada estratagema, dirigida ante mis narices con mi absoluta ignorancia por Mari Carmen, y con la complicidad de mis hijos y familiares, han organizado una comida para celebrar mi primer medio siglo de vida. Allí dentro encuentro todos los frutos a los que me refería anteriormente. Presencia, que ya es suficiente motivo de agradecer para alguien de natural distante e introvertido, poco sociable y nada amigo de reuniones y celebraciones. Algunas ausencias por motivos de fuerza mayor, paliadas con creces con llamadas telefónicas sincronizadas en el tiempo con impecable coordinación. Sentidas manifestaciones de amistad de un selecto grupo de amigos y amigas a los que son aplicables cualesquiera de las frases que se utilizan para definir, realzar o sintetizar el concepto de amistad. Emocionantes muestras de afecto en general que fueron capaces de hacer aflorar la congoja. El mejor y más preciado fruto que uno puede recolectar después de haber arado y sembrado en su transitar por la vida, brotó a borbotones incesantes en cada beso, felicitación y, sobre todo, ABRAZO que recibía. Porque el AMOR no se habla, se da. Y uno se siente bien al darlo. ¡Pero amigos!, cuando sin palabras, se recibe un abrazo, de esos en los que la presión de los brazos ajenos ejercida en tu espalda hacen sentir en tu pecho el latido del corazón contrario…, eso, de solo pensarlo ahora, y como en aquel momento, enturbia mi mirada.

Por supuesto que eso, en ese momento puntual, ratifica y certifica una constante manera de proceder diaria, que sin ella, lo otro, carecería de valor. Hay miradas y abrazos que marcan, y los vuestros, porque sabéis quienes sois, los llevo siempre puestos. Luego, cada uno tiene su vida, su devenir diario, sus problemas, sus obligaciones, sus aficiones, sus enfermedades, sus manías, su carácter y todo lo demás; pero ya son demasiados años los que me conocéis como para tenerme ahora nada en cuenta. Me hicisteis pasar un día fantástico. Sois lo más grande que me ha pasado en la vida: ¡SOIS MI FAMILIA!

¡OS QUIERO!


Luis Fernando Berenguer Sánchez.
9 de junio de 2013.

sábado, 1 de junio de 2013

Incongruencias



Algunos llegan y se van por donde han venido, no sin antes haber dejado su huella y su impronta, y de vez en cuando, sus desvaríos. Unos cuantos son de madera, tarugos vamos, y los hay que hasta da la impresión que su materia prima es de un tipo particular de madera, de la de alcornoque. Otros llegaron para quedarse, justificando el fin con los medios y las formas, haciendo creer que lo hacen por nosotros y reiterando que no para lucrarse.

Generalizo a propósito porque ellos generalizan. Dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Y me incluyen a mí. Y dicen también que hay que ser solidarios y apretarse el cinturón. Y obedezco a la fuerza. Contribuyo en la parte que me imponen y de la que no puedo librarme ni queriendo, y de tanto apretarme, la cintura la tengo de avispa, estoy que no quedo, me gustaría que me vieran.

He dejado de desear que nadie me explique nada, porque cuando lo hacen no dicen nada, y si lo dicen, utilizan un tono chulesco y unos argumentos tan disparatados que se asemejan y hacen entendible el contrato de Groucho Marx en lo referente a la parte contratante de la primera parte. No quiero ver más en la pantalla de plasma a responsables, que deciden por mí, dando lecciones de urbanidad, ni mucho menos otorgándose el don de la sabiduría, de la docencia, de la veracidad, y hasta de la prepotencia sin decencia. O eso, o se piensan que somos tontos; o peor, nos consideran tontos. Pues no.

No me diga mas, señora, en que consiste una “indemnización en diferido como tal”. Y tampoco gasten energías en aclararme como unos papeles y unos sobres que antes no existían, que nadie sabe de ellos, que luego son falsos y como última ocurrencia se les da viso de normalidad a cuenta de préstamos, donaciones o cualquier otra justificación, para terminar siendo sobresueldos como compensación por el servicio prestado al partido. Todo decente, vamos. Para mí, nada de lo que dicen es verdad, y lo que me apena es que son conscientes de que cuando hablan, mienten; y si no, se traicionan o se encubren.

Y de momento sigue sin pasar nada. Unos llegan y se van, mientras que otros se quedan. Dicen los optimistas que el peso de la ley caerá sobre todo aquél que metió la mano en la caja de todos o la de ellos, o que se aprovechó del cargo en beneficio propio, o que defraudó dinero que nunca existió mas que en unos apuntes hechos a mano. O que cogió el dinero sin siquiera llegar a la caja ni a los papeles y los metió en un maletín camino de Suiza. O que se fue de viaje o le montaron fiestas. No se le ocurra a usted hacer nada parecido porque lo trincan en menos que canta un gallo, y ya pueden ustedes cultivar dinero en macetas que no serán capaces de recolectar dos millones y medio de euros en menos de veinticuatro horas, como ha hecho un prestigioso “bankiero”. Y aunque los pillen con “el carrito del helao”, se afanarán en hacer creer que lo que empujan ni es un carrito ni lleva “helao”.

Hay colmos que encumbran la desfachatez y la incongruencia. Acabo de recibir una buena noticia. El Ministerio de Economía y Hacienda me acaba de notificar, mediante borrador de la Declaración de la Renta, que la misma me sale positiva, es decir, a pagar veintiocho euros. Sumados a unos pocos miles de los que se fueron apropiando mes a mes durante el pasado año a través de la nómina, suman una nada desdeñable cantidad. ¿Dónde está la buena noticia? Muy sencillo. En los párrafos siguientes de la notificación me comunican que me perdonan esos euritos de nada, porque como no llego al mínimo obligatorio de renta para presentar la declaración, que si no la presento, no los pago. Al mismo tiempo el Ministerio de Educación le comunica a mi hija, en último año de carrera, que le deniegan la beca porque los ingresos de sus padres superan el umbral mínimo para la concesión de la ayuda. ¿En qué quedamos, para unas cosas gano poco y para otras mucho? ¡Aclárense! Y no sólo eso, la subida de las tasas universitarias este último año ha sido absolutamente escandalosa.

Lo último es que acabo de oir hablar de “desindexación” de las pensiones, y de contratos no sujetos a convenio, y de más IVA, y de Bruselas dice…, y que la OCDE prevee…; y mientras tanto, el ente inane que tenemos por presidente, a dejarlas pasar, como aquellos “hilillos de plastelina”, ¿recuerdan? No se apuren, mayo ha acabado y ya tienen mis ingresos a cuenta del IRPF. Y sigo sin ver hecha realidad ninguna reforma “recortadora” que les afecte a ustedes. Tranquilos, todavía les quedan dos años y pico para no hacer nada que pueda reactivar el consumo y animar a las empresas a emprender y contratar.

¡RESISTIRÉ! (Si me dejan).




Luis Fernando Berenguer Sánchez.
31  de mayo de 2013.